Más de 600 mil bombillos LED alumbraron su majestuosidad.
La Catedral de Sal de Zipaquirá iluminó los corazones de más de 5 mil asistentes al encender más de 600 mil bombillos LED en una deslumbrante ceremonia que marcó el inicio oficial de la Navidad. Este espectáculo de luces, considerado uno de los más impactantes de Colombia, transformó tanto los majestuosos los espacios del icónico Parque del Minero, donde el monumental árbol de ceiba iluminado, símbolo de fortaleza y unión, se alzó como el epicentro de la celebración.
Además, los arcos, casas y carruajes decorativos también se encendieron, creando un recorrido mágico lleno de detalles luminosos que maravillaron a grandes y pequeños, resaltando la arquitectura única y la belleza natural del lugar. Cada rincón de este extraordinario espacio se llenó de destellos que transportaron a los asistentes a un mundo de fantasía navideña.
Yenny Páez, Gerente de la Catedral de Sal de Zipaquirá, destacó la importancia de esta tradición no solo como una atracción turística, sino como un espacio para renovar los valores de la Navidad.
“Encender estas luces simboliza la esperanza y la unión. Es un tributo a nuestras raíces y a la magia de compartir momentos inolvidables en un lugar tan emblemático como este”, afirmó Páez.
La celebración no solo brilló por las luces, sino también por la música y el espíritu festivo. Esta experiencia inolvidable reafirmó a la Catedral de Sal de Zipaquirá como un ícono navideño y cultural de talla mundial, llevando el espíritu de las festividades a nuevos niveles de esplendo.
La increíble catedral subterránea, construida entre los años 1950-1954, se renovó entre 1991 y 1995, formando un complejo cultural llamado Parque de la Sal, espacio temático dedicado a la minería, la geología y los recursos naturales que cuenta con pequeños altares tallados en roca de sal, que hacen memoria del Camino al Gólgota de Jesucristo con su Cruz.
En este mismo camino está la cúpula a 145 metros de distancia, la cruz más grande subterránea de 16 metros de altura tallada en bajo relieve, ubicada en la nave central.
Finalmente, cuenta con un último tramo que conduce al centro de la catedral, La Creación del Hombre (un homenaje a Miguel Ángel).
“Es una iglesia bajo tierra que se percibe como un escape hacia lo subterráneo de nuestro mundo. Es importante visitar este lugar tan icónico y asombroso, porque de este modo se vive el arte inmerso en un ligero olor a azufre”, concluyó Páez.
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